lunes, 4 de abril de 2016

Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 1916-Madrid, 2000)[esp], _Las Meninas_ (1960) -Primera parte, «PEDRO.- […] Pobre animal […] humildad.» (frag.)

     PEDRO.- [...] Pobre animal... Está cansado. Recuerda a un león, pero el león español ya no es más que un perro.

      VELÁZQUEZ.- (Asiente.) Lo curioso es que le llaman León.

   PEDRO.- No es curioso: es fatal. Nos conformamos ya con los nombres. (Una pausa). Sí, creo que comprendo. (VELÁZQUEZ emite un suspiro de gratitud.) Un cuadro sereno: pero con toda la tristeza de España dentro. Quien vea a estos seres comprenderá lo irremediablemente condenados al dolor que están. Son fantasmas vivos de personas cuya verdad es la muerte. Quien los mire mañana lo advertirá con espanto... Sí, con espanto, pues llegará un momento, como a mí me sucede ahora, en que ya no sabrá si es él el fantasma ante las miradas de estas figuras... Y querrá salvarse con ellas, embarcarse en el navío inmóvil de esta sala, puesto que ellas lo miran... Y, tal vez, mientras busca su propia cara en el espejo del fondo, se salve por un momento de morir. (Se oprime los ojos con los dedos.) Perdonad... Debería hablaros de los colores como un pintor, mas ya no puedo. Apenas veo... Habré dicho cosas muy torpes de vuestra pintura. He llegado tarde para gozar de ella.

     VELÁZQUEZ.- (Que lo oyó con emoción profunda.) No, Pedro. Esta tela os esperaba. Vuestros ojos funden la crudeza del bosquejo y ven ya el cuadro grande... tal como yo intentaré pintarlo. Un cuadro de pobres seres salvados por la luz... He llegado a sospechar que la forma misma de Dios, si alguna tiene, sería la luz... Ella me cura de todas las insanias del mundo. De pronto veo... y me invade la paz.

     PEDRO.- ¿Veis?

   VELÁZQUEZ.- Cualquier cosa: un rincón, el perfil coloreado de una cara... y me posee una emoción terrible y, al tiempo, una calma total. Luego, eso pasa... y no sé cómo he podido gozar de tanta belleza en medio de tanto dolor.

     PEDRO.- Porque sois pintor.

     VELÁZQUEZ.- ¿Por qué no habéis pintado, Pedro? Vuestros ojos apagados sienten la pintura mejor que los míos. Me llenáis de humildad.