sábado, 18 de julio de 2015

Colaboradores cuarto de ESO Día de la Poesía 21 de marzo de 2012

Eloy Becedas Mesa
Alejandro Clemente Fortuna
Alberto Cobos Rábano
Cristina Domínguez Izquierdo
Carmen Escalante Mestre
Pablo Fernández Pérez
Míriam García Prieto
Edit González Ramos
Nicolás A. Mahíllo Lingk
Ainoha Mantaut Bernasconi
Paloma Montero Jiménez
Ismael Palomero Jiménez
Sara Paniagua Núñez
Isabel Pulido Bote
Andrés Manuel Solé Castillo
Selena Tierno de Dios
Javier Borrallo Reddad
Beatriz Caminos Rodríguez
Jairo Díaz
Alejandro López Sánchez
Carlos Martín Ríos
Jaime Martín Ruano
Juan Pedro Puertas Alonso
Teresa Rodríguez Romero
Laura Tovar García

Colaboradores del Día de la poesía, bachillerato. 21 de marzo de 2012



Nerea Alhajas González
María Blanco Corchado
Alain Blázquez García
David Calle Soriano
Patricia Clemente del Río
Jonatan García Garrís
María García Ruano
Sergio Garrido González
Ester Hernández Calvo
Beatriz Iglesias Jiménez
Ana Izquierdo Martín
Laura Mahíllo Becerra
Sara Isabel Miranda Hernández
Eduardo Montes Romero
Lorena Palominio Galindo
Mesías Rodríguez García
África Ruiz Torres
Ignacio Sánchez Chamorro
Natalia Sánchez Martín
Roberto Sánchez Muñoz
Sandra Sánchez Perianes
Alejandro Simón García




Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, Francia, 1939)[esp], _Nuevas canciones_ (1924) -CLVII (La luna, la sombra y el bufón) I «Fuera, la luna platea […]»



Fuera, la luna platea
cúpulas, torres, tejados; 
dentro, mi sombra pasea
por los muros encalados. 
Con esta luna parece
que hasta la sombra envejece. 
Ahorremos la serenata
de una cenestesia ingrata, 
y una vejez intranquila, 
y una luna de hojalata. 
Cierra tu balcón, Lucila. 




Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, Francia, 1939)[esp], _Nuevas canciones_ (1924) -CLXV Sonetos, I «Tuvo mi corazón, encrucijada...»



Tuvo mi corazón, encrucijada
de cien caminos, todos pasajeros, 
un gentío sin cita ni posada, 
como en andén ruidoso de viajeros. 

Hizo a los cuatro vientos su jornada, 
disperso el corazón por cien senderos
de llana tierra o piedra aborrascada, 
y a la suerte, en el mar, de cien veleros, 

Hoy, enjambre que torna a su colmena
cuando el bando de cuervos enronquece
en busca de su peña denegrida, 

vuelve mi corazón a su faena, 
con néctares del campo que florece
y el luto de la tarde desabrida. 


Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, Francia, 1939)[esp], _Nuevas canciones_ (1924) -Proverbios y cantares. LXIV. «¿Conoces los invisibles...»




¿Conoces los invisibles
hiladores de los sueños? 
Son dos: la verde esperanza
y el torvo miedo. 
Apuesta tienen de quien
hile más y más ligero, 
ella, su copo dorado; 
el, su copo negro. 
Con el hilo que nos dan
tejemos, cuando tejemos

Juan de la Cruz, san. Juan de Yepes y Álvarez (Fontiveros, Ávila, 1542-Úbeda, Jaén, 1591)[esp], «Vivo sin vivir en mí…»


[Coplas de el alma que pena por ver a Dios. De el mismo autor]

 

     Vivo sin vivir en mí,
y de tal manera espero,
que muero, porque no muero.
 
                                                1 
    En mí yo no vivo ya,
y sin Dios vivir no puedo, 
pues sin él, y sin mí quedo, 
¿este vivir qué será? 
mil muertes se me hará, 
pues mi misma vida espero, 
muriendo, porque no muero.
 
                                                2 
     Esta vida, que yo vivo 
es privación de vivir, 
y así es continuo morir, 
hasta que viva contigo:
oye mi Dios, lo que digo, 
que esta vida no la quiero, 
que muero, porque no muero.

                                                3 
Estando ausente de ti, 
¿qué vida puedo tener, 
sino muerte padecer, 
la mayor que nunca vi? 
lástima tengo de mí, 
pues de fuerte persevero, 
que muero, porque no muero.
 
                                                4 
El pez que del agua sale, 
Aún de alivio no carece, 
que la muerte que padece, 
al fin la muerte le vale;
¿qué muerte habrá que se iguale 
a mi vivir lastimero,
pues si más vivo, más muero? 

                                                5 
Cuando me empiezo aliviar 
de verte en el Sacramento, 
háceme más sentimiento, 
el no te poder gozar:
todo es para más penar, 
y mi mal es tan entero, 
que muero, porque no muero.
 
                                                6 
Y si me gozo, Señor, 
con esperanza de verte, 
en ver que puedo perderte, 
se me dobla mi dolor, 
viviendo en tanto pavor, 
y esperando, como espero, 
me muero, porque no muero.

                                                7 
Sácame de aquesta muerte, 
mi Dios, y dame la vida, 
no me tengas impedida 
en este lazo tan fuerte, 
mira que muero por verte, 
y de tal manera espero, 
que muero, porque no muero.

                                                8 
Lloraré mi muerte ya, 
y lamentaré mi vida, 
en tanto, que detenida 
por mis pecados está:
¡oh mi Dios, cuándo será, 
cuando yo diga de vero 
vivo ya, porque no muero!

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)[esp], «A la mar»

   
La voluntad de Dios por grillos tienes, 
Y escrita en la arena, ley te humilla; 
y por besarla llegas a la orilla, 
mar obediente, a fuerza de vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes, 
que humilde eres bastante a resistilla; 
a ti misma tu cárcel maravilla, 
rica, por nuestro mal, de nuestros bienes.
¿Quién dio al pino y la haya atrevimiento 
de ocupar a los peces su morada, 
y al Lino de estorbar el paso al viento?
Sin duda el verte presa, encarcelada, 
la codicia del oro macilento, 
ira de Dios al hombre encaminada.

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)[esp], «A una vieja que traía una muerte de oro»



No sé a cuál crea de los dos, 
viéndoos, Ana, cual os veis: 
si vos la muerte traéis, 
o si os trae la muerte a vos.

Queredme la muerte dar 
por que mis males remate: 
que en mí tiene hambre que mate 
y en vos no hay ya qué matar.

Rubén Darío. Félix Rubén Darío Sarmiento (Metapa, Nicaragua, 1867-León, Nicaragua, 1916)[nic], _Prosas profanas_ (1896), «Canción de carnaval»



Le carnaval s'amuse!
Viens le chanter, ma Muse...
[Théodore de] BANVILLE

 

Musa, la máscara apresta, 
ensaya un aire jovial 
y goza y ríe en la fiesta 
del Carnaval. 

     Ríe en la danza que gira, 
muestra la pierna rosada, 
y suene, como una lira, 
tu carcajada. 

     Para volar más ligera 
ponte dos hojas de rosa, 
como hace tu compañera 
la mariposa. 

     Y que en tu boca risueña, 
que se une al alegre coro, 
deje la abeja porteña 
su miel de oro. 

     Únete a la mascarada, 
y mientras muequea un clown 
con la faz pintarrajeada 
como Frank Brown; 

     mientras Arlequín revela 
que al prisma sus tintes roba 
y aparece Pulchinela 
con su joroba, 

     di a Colombina la bella 
lo que de ella pienso yo, 
y descorcha una botella 
para Pierrot. 

     Que él te cuente cómo rima 
sus amores con la Luna 
y te haga un poema en una 
pantomima. 

     Da al aire la serenata, 
toca el auro bandolín, 
lleva un látigo de plata 
para el spleen. 

     Sé lírica y sé bizarra; 
con la cítara sé griega; 
o gaucha, con la guitarra 
de Santos Vega. 

     Mueve tu espléndido torso 
por las calles pintorescas, 
y juega y adorna el Corso 
con rosas frescas. 

     De perlas riega un tesoro 
de Andrade en el regio nido, 
y en la hopalanda de Guido, 
polvo de oro. 

     Penas y duelos olvida, 
canta deleites y amores; 
busca la flor de las flores 
por Florida: 

     Con la armonía te encantas 
de las rimas de cristal, 
y deshojas a sus plantas, 
un madrigal. 

     Piruetea, baila, inspira 
versos locos y joviales; 
celebre la alegre lira 
los carnavales. 

     Sus gritos y sus canciones, 
sus comparsas y sus trajes, 
sus perlas, tintes y encajes 
y pompones. 

     Y lleve la rauda brisa, 
sonora, argentina, fresca, 
¡la victoria de tu risa 
funambulesca!




Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, Francia, 1939)[esp], _Soledades. Galerías. Otros poemas (1907) -Del camino XXIV «El sol es un globo de fuego…»


El sol es un globo de fuego, 
la luna es un disco morado. 
Una blanca paloma se posa 
en el alto ciprés centenario. 
Los cuadros de mirtos parecen 
de marchito velludo empolvado. 
¡El jardín y la tarde tranquila!... 
Suena el agua en la fuente de mármol. 


viernes, 17 de julio de 2015

Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, La Coruña, 1837-Padrón, La Coruña, 1885)[esp], _En las orillas del Sar_ (1884), «Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros…»

 

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
de mí murmuran y exclaman: -Ahí va la loca soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 1875-Collioure, Francia, 1939)[esp], _Campos de Castilla (1907-1917)_ (1917) -CXX «Dice la esperanza: un día…»


Dice la esperanza: un día
la verás, si bien esperas. 
Dice la desesperanza: 
Sólo tu amargura es ella. 
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.

Rubén Darío. Félix Rubén Darío Sarmiento (Metapa, Nicaragua, 1867-León, Nicaragua, 1916)[nic], _Cantos de vida y esperanza_ (1905), «XXXVI Thanatos»


                 XXXVI

                                                           THÁNATOS 


En medio del camino de la vida... 
dijo Dante. Su verso se convierte: 
En medio del camino de la muerte.
     Y no hay que aborrecer a la ignorada 
emperatriz y reina de la nada. 
Por ella nuestra tela esta tejida, 
y ella en la copa de los sueños vierte 
un contrario repente: ¡ella no olvida!