viernes, 28 de febrero de 2014

Juan Ramón Jiménez (Moguer, Huelva, 1881-San Juan de Puerto Rico, 1958)[esp], _Arias tristes_ (1903), «Nocturno»-«Yo no volveré. Y la noche…»


Yo no volveré. Y la noche
tibia, serena y callada,
dormirá el mundo, a los rayos
de su luna solitaria.

Mi cuerpo no estará allí,
y por la abierta ventana,
entrará una brisa fresca,
preguntando por mi alma.

No sé si habrá quien me aguarde
de mi doble ausencia larga,
o quien bese mi recuerdo,
entre caricias y lágrimas.

Pero habrá estrellas y flores
y suspiros y esperanzas,
y amor en las avenidas,
a la sombra de las ramas.

Y sonará ese piano,
como en esta noche plácida,
y no tendrá quien lo escuche
pensativo, en mi ventana.

(JIMÉNEZ, Juan Ramón: Nocturno)



Rubén Darío. Félix Rubén Darío Sarmiento (Metapa, Nicaragua, 1867-León, Nicaragua, 1916)[nic], _Cantos de vida y esperanza_ (1905), «Los cisnes»


¿Qué signo haces, oh Cisne, con tu encorvado cuello
al paso de los tristes y errantes soñadores?
¿Por qué tan silencioso de ser blanco y ser bello,
tiránico a las aguas e impasible a las flores?

Yo te saludo ahora como en versos latinos
te saludara antaño Publio Ovidio Nasón.
Los mismos ruiseñores cantan los mismos trinos,
y en diferentes lenguas es la misma canción.

A vosotros mi lengua no debe ser extraña.
A Garcilaso visteis, acaso, alguna vez...
Soy un hijo de América, soy un nieto de España...
Quevedo pudo hablaros en verso de Aranjuez...

Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas
den a las frentes pálidas sus caricias más puras
y alejen vuestras blancas figuras pintorescas
de nuestras mentes tristes las ideas oscuras.

Brumas septentrionales nos llenas de tristeza,
se mueren nuestras rosas, se agotan nuestras palmas,
casi no hay ilusiones para nuestras cabezas,
y somos los mendigos de nuestras pobres almas.

Nos predican la guerra con águlas feroces,
gerifaltes de antaño revienen a los puños,
más no brillan las glorias de las antiguas hoces,
ni hay Rodrigos ni Jaimes, ni hay Alfonsos ni Nuños.

Faltos de alimento que dan las grandes cosas,
¿qué haremos los poetas sino buscar tus lagos?
A falta de laureles son muy dulces las rosas,
y a falta de victorias busquemos los halagos.

La América Española como la España entera
fija está en el Oriente de su fatal destino;
yo interrogo a la Esfinge que el porvenir espera
con la interrogación de tu cuello divino.

¿Seremos entregados a los bárbaros fieros?
¿Tantos millones de hombres hablaremos inglés?
¿Ya no hay nobles hidalgos ni nobles caballeros?
¿Callaremos  ahora para llorar después?

He lanzado mi grito, cisnes, entre vosotros,
que habéis sido los fieles en la desilusión,
mientras siento una fuga de americanos potros
y el estertor postrero de un caduco león...

...Y un cisne negro dijo: “ La noche anuncia el día”
Y uno blanco: “¡La aurora es inmortal, la aurora
es inmortal!” ¡Oh tierras de sol y de armonía,
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!

(DARÍO, Rubén: Cantos de vida y esperanza, “Los cisnes”)


José de Espronceda y Delgado (Almendralejo, Badajoz, 1808-Madrid, 1842)[esp], _El estudiante de Salamanca_ (1840), «Primera parte» (frag.) «Bella y más pura […] hierve el veneno»



     Bella y más pura que el azul del cielo
con dulces ojos lánguidos y hermosos,
donde acaso el amor brilló entre el velo
del pudor que lo cubre candorosos;
tímida estrella que refleja el suelo
rayos de luz brillantes y dudosos,
ángel puro de amor que amor inspira,
fue la inocente y desdichada Elvira.

     Elvira, amor del estudiante un día,
tierna y feliz de su amante ufana,
cuando el placer de su corazón de abría,
como el rayo de sol rosa temprana;
del fingido amor que la mentía,
la miel falaz que de sus labios mana
bebe en su ardiente sed, el pecho ajeno
de que oculto en la miel hierve el veneno.

(ESPRONCEDA, José de: El estudiante de Salamanca)



Mauricio Bacarisse (Madrid, 1895-Madrid, 1931)[esp], _Mitos_ (1930), «Vilanos»


Estrellas del último
cielo de verano,
vilanitos tenues,
vilanitos claros.

Por el campo verde
de oro recamado
¿a dónde vais ágiles,
sutiles y rápidos?

Tarde de septiembre
que dora los álamos,
y lleva estorninos
al viñedo grávido
de sombra y dulzura,
de sabrosos gajos...
(contra la bandada
vuelan los vilanos).

¿Dónde vais, pequeños,
pueriles y pálidos,
pajes del invierno,
farolillos blancos? [...]

En la tarde azul,
de cercos dorados,
¿por qué vais tan aprisa,
pequeños vilanos?
¿Queréis daros cuenta
o saber de algo
del pobre universo,
y vais hacia el santo
colegio celeste
a clase de párvulos?

(BACARISSE, Mauricio: “Vilanos”)



Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada, 1898-Víznar, Granada, 1936)[esp], _Bodas de sangre_ (E 1933) (L 1936) -Acto segundo, cuadro primero (frag.) «Despierte la novia […] la boda levantándose está!»


MUCHACHA  (Entrando.) 

Despierte la novia

la mañana de la boda;

ruede la ronda

y en cada balcón una corona.


VOCES.-

¡Despierte la novia!


CRIADA.- (Moviendo algazara.)

Que despierte

con el ramo verde

del amor florido.

¡Que despierte

por el tronco y la rama de los laureles!


MUCHACHA 2ª  (Entrando.)

Que despierte

con el largo pelo, 

camisa de nieve, 

botas de charol y plata 

y jazmines en la frente.


CRIADA.-

¡Ay, pastora,

que la luna asoma!


MUCHACHA 1ª.-

¡Ay, galán,

deja su sombrero por el olivar!


Mozo 1.º (Entrando con el sombrero en alto.)

Despierte la novia,

que por los campos viene 

rodando la boda,

con bandejas de dalias

y panes de gloria.


VOCES.-

¡Despierte la novia!


MUCHACHA 2ª.-

La novia

se ha puesto su blanca corona, 

y el novio

se la prende con lazos de oro.


CRIADA.-

Por el toronjil

la novia no puede dormir.


MUCHACHA 3ª.- (Entrando.)

Por el naranjel

el novio le ofrece cuchara y mantel.


(Entran tres CONVIDADOS.)


MOZO 1.º-

¡Despierta, paloma! 

El alba despeja 

campanas de sombra.


CONVIDADO.-

La novia, la blanca novia, 

hoy doncella,

mañana señora.


MUCHACHA 1ª.-

Baja, morena

arrastrando tu cola de seda.


CONVIDADO.-

Baja, morenita,

que llueve rocío la mañana fría


MOZO 1.º-

Despertad, señora. despertad, 

porque viene el aire lloviendo azahar.


CRIADA.-

Un árbol quiero bordarle

lleno de cintas granates

y en cada cinta un amor

con vivas alrededor.


VOCES.-

Despierte la novia.


MOZO 1.º-

¡La mañana de la boda!


CONVIDADO.-

La mañana de la boda

qué galana vas a estar

pareces, flor de los montes,

la mujer de un capitán.


PADRE.- (Entrando.)

La mujer de un capitán

se lleva el novio

¡Ya viene con sus bueyes

por el tesoro!


MUCHACHA 3.º-

El novio

parece la flor del oro;

cuando camina, 

a sus plantas se agrupan las clavelinas


CRIADA.-

¡Ay mi niña dichosa!


MOZO 2.º-

Que despierte la novia.


CRIADA.-

¡Ay mi galana!


MUCHACHA 1.ª-

La boda está llamando

por las ventanas.


MUCHACHA 2.ª-

Que salga la novia.


MUCHACHA 1.ª-

¡Que salga, que salga!


CRIADA.-

¡Oue toquen y repiquen 

las campanas!


MOZO 1.º-

¡Que viene aquí! ¡Que sale ya!


CRIADA.-

¡Como un toro, la boda

levantándose está!


(GARCÍA LORCA, Federico: Bodas de sangre, acto segundo, cuadro primero [frag.])


Dámaso Alonso (Madrid, 1898-Madrid, 1984)[esp], «Veinte años»


Veinte años tienes —hoy me dije—
veinte años tienes, Dámaso»,
y los novios pasaban por la calle
cogidos, cogiditos de la mano.

Y me puse a leer un libro viejo
y a escribir unos versos, donde canto
el amor y la dicha de ser joven
cuando hace sol y está florido el campo.

Hoy me miré al espejo, y luego dije:
«¡Alégrateme, Dámaso,
porque pronto vendrá la primavera,
y tienes veinte años!

(ALONSO, Dámaso: «Veinte años»)
 

martes, 25 de febrero de 2014

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, Alicante, 1910-Alicante, 1942)[esp], _Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)_, «La cebolla es escarcha»-«Nanas de la cebolla»


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar
cebolla y hambre.

Una mujer morena
resuelta en lunas
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete niño
que te traigo la luna
cuando es preciso.

Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en alma, al oírte,
bata despacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
y el niño como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.

(HERNÁNDEZ, Miguel: "Nanas de la cebolla")