miércoles, 6 de mayo de 2015

Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance de doña Alda»-«En París está doña Alda...»

  
En París está doña Alda,
la esposa de don Roldán,
trescientas damas con ella
para la acompañar:
todas visten un vestido,
todas calzan un calzar,
todas comen a una mesa,
todas comían de un pan,
si no era doña Alda,
que era la mayoral;
las ciento hilaban oro,
las ciento tejen cendal,
las ciento tañen instrumentos
para doña Alda holgar.
Al son de los instrumentos
doña Alda dormido se ha;
ensoñado había un sueño,
un sueño de gran pesar.
Recordó despavorida
y con un pavor muy grand;
los gritos daba tan grandes
que se oían en la ciudad.
Allí hablaron sus doncellas,
bien oiréis lo que dirán:
—¿Qué es aquesto, mi señora?
¿quién es el que os hizo mal?
—Un sueño soñé, doncellas,
que me ha dado gran pesar:
que me veía en un monte
en un desierto lugar:
de so los montes muy altos
un azor vide volar,
tras dél viene una aguililla
que lo ahínca muy mal.
El azor, con grande cuita,
metiose so mi brial,
el aguililla, con grande ira,
de allí lo iba a sacar;
con las uñas lo despluma,
con el pico lo deshaz.
Allí habló su camarera,
bien oiréis lo que dirá:
—Aquese sueño, señora,
bien os lo entiendo soltar:
el azor es vuestro esposo
que viene de allén la mar,
el águila sedes vos,
con la cual ha de casar,
y aquel monte es la iglesia,
donde os han de velar.
—Si así es, mi camarera,
bien te lo entiendo pagar.
Otro día de mañana
cartas de fuera le traen:
tintas venían por dentro,
de fuera escritas con sangre,
que su Roldán era muerto
en caza de Roncesvalles.

Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance de Fontefrida»-«Fontefrida, Fontefrida...»


Fontefrida, Fontefrida,
Fontefrida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
si no es la tortolita
que está viuda y con dolor.
Por ahí fuera pasar
el traidor del ruiseñor,
las palabras que él decía
llenas son de traición;
—Si tu quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
—Vete de ahí, enemigo,
malo, falso, engañador,
que ni poso en ramo verde,
ni en prado que tenga flor,
que si hallo el agua clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido,
porque hijos no haya, no,
no quiero placer con ellos,
ni menos consolación.
Déjame, triste enemigo,
malo, falso, mal traidor,
que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no.



Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance del infante vengador»-«Helo, helo, por do viene...»


Helo, helo por do viene
el infante vengador,
caballero a la jineta
en un caballo corredor,
su manto revuelto al brazo,
demudada la color,
y en la su mano derecha
un venablo cortador;
con la punta del venablo
sacarían un arador,
siete veces fue templado
en la sangre de un dragón
y otras tantas afilado
porque cortase mejor,
el hierro fue hecho en Francia,
y el asta en Aragón.
Perfilándoselo iba
en las alas de su halcón.
Iba buscar a don Cuadros,
a don Quadros, el traidor.
Allá le fuera a hallar
junto al emperador,
la vara tiene en la mano,
que era justicia mayor.
Siete veces lo pensaba
si lo tiraría o no
y al cabo de las ocho
el venablo le arrojó;
por dar al dicho don Cuadros,
dado ha al emperador,
pasado le ha manto y sayo,
que era de un tornasol,
por el suelo ladrillado
más de un palmo lo metió.
Allí le habló el rey,
bien oiréis lo que habló:
—¿Por qué me tiraste, infante?
¿Por qué me tiras, traidor?
—Perdóneme tu alteza,
que no tiraba a ti, no,
tiraba al traidor de Cuadros,
ese falso engañador,
que siete hermanos tenía
no ha dejado si a mí, no.
Por eso delante de ti,
buen rey, lo desafío yo.
Todos fían a don Cuadros
y al infante no fían, no,
sino fuera una doncella,
hija es del emperador,
que los tomó por la mano
y en el campo los metió.
A los primeros encuentros
Cuadros en tierra cayó.
Apeárase el infante,
la cabeza le cortó
y tomárala en su lanza
y al buen rey la presentó.
De que aquesto vido el rey
con su hija le casó.

martes, 5 de mayo de 2015

Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance del conde Olinos»-«Madrugaba el conde Olinos...»


Madrugaba el conde Olinos,
mañanita de San Juan,
a darle agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe
canta un hermoso cantar:
las aves que iban volando
se paraban a escuchar;

caminante que camina
detiene su caminar,
navegante que navega
la nave vuelve hacia allá.

Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar:
-Mira, hija, cómo canta
la sirenita del mar.

-No es la sirenita, madre,
que esa no tiene cantar;
es la voz del conde Olinos,
que por mí penando está.

-Si por tus amores pena
yo le mandaré matar,
que para casar contigo
le falta sangre real .

-¡No le mande matar, madre;
no le mande usted matar,
que si mata al conde Olinos
juntos nos han de enterrar!

-¡ Que lo maten a lanzadas
y su cuerpo echen al mar!
Él murió a la media noche;
Ella, a los gallos cantar.

A ella, como hija de reyes,
la entierran en el altar, y a él,
como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco;
de él, un espino albar.
Crece uno, crece el otro,
los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.

De ella nacería una garza;
de él, un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,

Juntos vuelan par a par.



Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance de la infantina»-«A cazar va el caballero...»

A cazar va el caballero,
a cazar como solía;
los perros lleva cansados,
el falcón perdido había.
Arrimarase a un roble,
alto es a maravilla.
En una rama más alta
viera estar una infantina.
Cabellos de su cabeza
todo el roble cubrían.
“No te espantes caballero
ni tengas tamaña grima.
Fija soy yo del buen rey,
y de la reina de Castilla;
siete hadas me fadaron
en brazos de una ama mía,
que andase los siete años
sola en esta montina.
Hoy se cumplían los siete años
o mañana en aquel día.
Por Dios te ruego, caballero
llevesme en tu compañía:
si quisieres por mujer;
si no, sea por amiga.”
“Espereisme vos señora,
fasta mañana aquel día;
iré yo tornar consejo
de una madre que tenia.”
La niña le respondiera
y estas palabras decía:
“Oh mal aya el caballero
que sola deja la niña;
él se va a tomar consejo
y ella queda en la montina.”
Aconsejole su madre
que la tomase por amiga.
Cuando volvió el caballero,
no la hallara en la montina.
Vido la que la llevaban
con muy gran caballería.
El caballero desque la vido
en el suelo se caía.

Desque en si hubo tornado
estas palabras decía:
“Caballero que tal pierde
muy gran pena merecía.
Yo mesmo seré el Alcalde,
yo me seré la justicia:
que le corten pies y manos 

y lo arrastren por la villa.”

Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance de Álora la bien cercada»

Álora, la bien cercada,
tú que estás en par del río,
cercote el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
Viérades moros y moras
subir huyendo al castillo;
las moras llevan la ropa,
los moros harina y trigo,
y las moras de quince años
llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños
llevan la pasa y el higo.
Por encima del adarve
su pendón llevan tendido.
Allá detrás de una almena
quedado se había un morico
con una ballesta armada
y en ella puesto un cuadrillo.
En altas voces diciendo
que del real le han oído:
-¡ Tregua, tregua, Adelantado,
por tuyo se da el castillo!
Alza la visera arriba
por ver el que tal le dijo:
asaetárale a la frente,
salido le ha al colodrillo.
Sácole Pablo de rienda
y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado
en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros
por ver si será guarido;
a las primeras palabras
el testamento les dijo.

Anónimo medieval_Romancero viejo (s. XV), «Romance del infante Arnaldos»-«¡Quién hubiera tal ventura...»


¡Quién hubiera tal ventura
sobre las aguas del mar
como hubo el infante Arnaldos
la mañana de San Juan!

Andando a buscar la caza
para su falcón cebar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar;

las velas trae de seda,
la jarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral.

Marinero que la guía,
diciendo viene un cantar,
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar;

los peces que andan al hondo,
arriba los hace andar;
las aves que van volando,
al mástil vienen posar.

Allí habló el infante Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
-Por mi vida, el marinero,
dígasme ora ese cantar.

Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
-Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va.


Anónimo medieval_Romancero viejo (s.XV), La venganza de Mudarra "A cazar va don Rodrigo..."

A cazar va don Rodrigo,
y aun don Rodrigo de Lara;
con la gran siesta que hace,
arrimádose ha a una haya,
maldiciendo a Mudarrillo,
hijo de la renegada,
que si a las manos le hubiese,
que le sacaría el alma.
El señor estando en esto,
Mudarrillo que asomaba.
“Dios te salve, caballero,
debajo la verde haya.”
“Así haga a ti, escudero,
buena sea tu llegada.”
“Dígasme tú, el caballero,
cómo era la tu gracia.”
“A mí dicen don Rodrigo,
y aun don Rodrigo de Lara,
cuñado de Gonzalo Gustos,
hermano de doña Sancha;
por sobrinos me los hube
los siete infantes de Salas.
Espero aquí a Mudarrillo,
hijo de la renegada;
si delante lo tuviese,
yo le sacaría el alma.”
“Si a ti dicen don Rodrigo,
y aun don Rodrigo de Lara,
a mí Mudarra González,
hijo de la renegada,
de Gonzalo Gustos hijo
y anado de doña Sancha;
por hermanos me los hube
los siete infantes de Salas.
Tú los vendiste, traidor,
en el val de Arabiana;
mas si Dios a mí me ayuda,
aquí dejarás el alma.”
“Espéresme, don Gonzalo,
iré a tomar las mis armas”
“El espera que tú diste
a los infantes de Lara.
Aquí morirás, traidor,
enemigo de doña Sancha.”