A la madre y a las hijas con fuerza abrazaba
del gozo que sentían ellas y él sollozaban;
todos los guerrerros con tal deleite gozaban.
Oíd lo que decía quien ciñó en buena hora espada:
“Vos, doña Jimena, mujer querida y honrada,
y mis hijas queridas, mi corazón y mi alma,
entrad conmigo en Valencia vuestra casa,
en esta heredad que para vosotros tengo ganada”.
Con gran honra ellas en Valencia entraban.
Adeliñó mio Cid con ellas al alcácer,
allá las subié en el más alto lograr;
ojos bellidos caan a todas partes,
miran Valencia cómo yaze la cibdad.
(ANÓNIMO: Poema
de Mio Cid.)
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