martes, 18 de febrero de 2014

José de Espronceda y Delgado (Almendralejo, Badajoz, 1808-Madrid, 1842)[esp], _El diablo mundo_ (1841), «Canto a Teresa» (frag.)



Yo amaba todo: un noble sentimiento
exaltaba mi ánimo, y sentía
en mi pecho un secreto movimiento,
de grandes hechos generoso guía.
La libertad con su inmortal aliento,
santa diosa mi espíritu encendía,
contino imaginando en mi fe pura
sueños de gloria al mundo y de ventura.
[...]
Mujer que amor en su ilusión figura,
mujer que nada dice a los sentidos,
en sueño de suavísima ternura,
eco que regaló nuestros oídos,
de amor la llama generosa y pura,
los goces dulces del placer cumplidos,
que engalana la rica fantasía,
goces que avaro el corazón ansía...
[...]
¿Quién pensara jamás, Teresa mía,
que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto?
[...]
¡Pobre Teresa! ¡Al recordarte siento
un pesar tan intenso...! Embarga impío
mi quebrantada voz mi sentimiento,
y suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa,
donde vil polvo tu beldad reposa.

(ESPRONCEDA, José de: “Canto a Teresa”)

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