El rojo arrepentido que dejaron tus labiossobre mi boca ávida, como máscara irónica,aun me evoca, Fuensanta, un rumor de astrolabiosy me habla de una vaga bohemia babilónica.Yo sentí el microscópico latido de tus célulasy vi, como vio el santo varón desde su ermita,la eléctrica perfidia de inocentes libélulasempujarme hacia el Mal como a la Sulamita.Mi pacata ilusión busca en vano el consueloen tu mirada insólita de virgen provinciana:pequé, y hoy solo atruena mi corazón en dueloel macabro placer que la carne desgrana.
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