Nadie más cortesano ni pulidoque nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,cansado el oro de su pelo undoso,y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,ni joyeles perturban ni cadenasel negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenascon desmayo galán un guante de antela blanca mano de azuladas venas.
Manuel Machado: Título de libro, «Felipe IV»
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