Está la noche serenade luceros coronada,terso el azul de los cieloscomo transparente gasa.
Melancólica la luna 5va trasmontando la espaldadel otero: su alba frentetímida apenas levanta,y el horizonte ilumina,pura virgen solitaria, 10y en su blanca luz süaveel cielo y la tierra baña.Deslízase el arroyuelo,fúlgida cinta de plataal resplandor de la luna, 15entre franjas de esmeraldas.
Argentadas chispas brillanentre las espesas ramas,y en el seno de las florestal vez se aduermen las auras. 20Tal vez despiertas susurran,y al desplegarse sus alas,mecen el blanco azahar,mueven la aromosa acacia,
y agitan ramas y flores 25y en perfumes se embalsaman:Tal era pura esta noche,como aquella en que sus alas
los ángeles desplegaronsobre la primera llama 30que amor encendió en el mundo,del Edén en la morada.
¡Una mujer! ¿Es acasoblanca silfa solitaria,que entre el rayo de la luna 35tal vez misteriosa vaga?
Blanco es su vestido, ondeasuelto el cabello a la espalda.Hoja tras hoja las floresque lleva en su mano, arranca. 40
Es su paso incierto y tardo,inquietas son sus miradas,mágico ensueño pareceque halaga engañoso el alma.
Ora, vedla, mira al cielo, 45ora suspira, y se para:Una lágrima sus ojosbrotan acaso y abrasa
su mejilla; es una oladel mar que en fiera borrasca 50el viento de las pasionesha alborotado en su alma.
Tal vez se sienta, tal vezazorada se levanta;el jardín recorre ansiosa, 55tal vez a escuchar se para.
Es el susurro del vientoes el murmullo del agua,no es su voz, no es el sonidomelancólico del arpa. 60Son ilusiones que fueron:Recuerdos ¡ay! que te engañan,sombras del bien que pasó...Ya te olvidó el que tú amas.
Esa noche y esa luna 65las mismas son que miraranindiferentes tu dicha,cual ora ven tu desgracia.
¡Ah! llora sí, ¡pobre Elvira!¡Triste amante abandonada! 70Esas hojas de esas floresque distraída tú arrancas,
¿sabes adónde, infeliz,el viento las arrebata?Donde fueron tus amores, 75tu ilusión y tu esperanza;
deshojadas y marchitas,¡pobres flores de tu alma!
Blanca nube de la aurora,teñida de ópalo y grana, 80naciente luz te colora,refulgente precursorade la cándida mañana.
Mas ¡ay! que se disipótu pureza virginal, 85tu encanto el aire llevócual la aventura idealque el amor te prometió.
Hojas del árbol caídasjuguetes del viento son: 90Las ilusiones perdidas¡ay! son hojas desprendidasdel árbol del corazón.
¡El corazón sin amor!Triste páramo cubierto 95con la lava del dolor,oscuro inmenso desiertodonde no nace una flor!
Distante un bosque sombrío,el sol cayendo en la mar, 100en la playa un aduar,y a los lejos un navíoviento en popa navegar;
óptico vidrio presentaen fantástica ilusión, 105y al ojo encantado ostentagratas visiones, que aumentarica la imaginación.
Tú eres, mujer, un fanaltransparente de hermosura: 110¡Ay de ti! si por tu malrompe el hombre en su locuratu misterioso cristal.
Mas ¡ay! dichosa tú, Elvira,en tu misma desventura, 115que aun deleites te procura,cuando tu pecho suspira,tu misteriosa locura:
Que es la razón un tormento,y vale más delirar 120sin juicio, que el sentimientocuerdamente analizar,fijo en él el pensamiento.
Vedla, allí va que sueña en su locura,presente el bien que para siempre huyó. 125Dulces palabras con amor murmura:Piensa que escucha al pérfido que amó.
Vedla, postrada su piedad imploracual si presente la mirara allí:Vedla, que sola se contempla y llora, 130miradla delirante sonreír.
Y su frente en revuelto remolinoha enturbiado su loco pensamiento,como nublo que en negro torbellinoencubre el cielo y amontona el viento. 135
Y vedla cuidadosa escoger flores,y las lleva mezcladas en la falda,y, corona nupcial de sus amores,se entretiene en tejer una guirnalda.
Y en medio de su dulce desvarío 140triste recuerdo el alma le importunay al margen va del argentado río,y allí las flores echa de una en una;
y las sigue su vista en la corriente,una tras otras rápidas pasar, 145y confusos sus ojos y su mentese siente con sus lágrimas ahogar:
Y de amor canta, y en su tierna quejaentona melancólica canción,canción que el alma desgarrada deja, 150lamento ¡ay! que llaga el corazón.
¿Qué me valen tu calma y tu terneza,tranquila noche, solitaria luna,si no calmáis del hado la crudeza,ni me dais esperanza de fortuna? 155
¿Qué me valen la gracia y la belleza,y amar como jamás amó ninguna,si la pasión que el alma me devora,la desconoce aquel que me enamora?
Lágrimas interrumpen su lamento, 160inclinan sobre el pecho su semblante,y de ella en derredor susurra el vientosus últimas palabras, sollozante.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Murió de amor la desdichada Elvira,cándida rosa que agostó el dolor,süave aroma que el viajero aspira 170y en sus alas el aura arrebató.
Vaso de bendición, ricos coloresreflejó en su cristal la luz del día,mas la tierra empañó sus resplandores,y el hombre lo rompió con mano impía. 175
Una ilusión acarició su mente:Alma celeste para amar nacida,era el amor de su vivir la fuente,estaba junto a su ilusión su vida.
Amada del Señor, flor venturosa, 180llena de amor murió y de juventud:Despertó alegre una alborada hermosa,y a la tarde durmió en el ataúd.
Mas despertó también de su locuraal término postrero de su vida, 185y al abrirse a sus pies la sepultura,volvió a su mente la razón perdida.
¡La razón fría! ¡La verdad amarga!¡El bien pasado y el dolor presente!...¡Ella feliz! ¡que de tan dura carga 190sintió el peso al morir únicamente!
Y conociendo ya su fin cercano,su mejilla una lágrima abrasó;y así al infiel con temblorosa mano,moribunda su víctima escribió: 195
«Voy a morir: perdona si mi acentovuela importuno a molestar tu oído:Él es, don Félix, el postrer lamentode la mujer que tanto te ha querido.La mano helada de la muerte siento... 200Adiós: ni amor ni compasión te pido...Oye y perdona si al dejar el mundo,arranca un ¡ay! su angustia al moribundo.
»¡Ah! para siempre adiós. Por ti mi vidadichosa un tiempo resbalar sentí, 205y la palabra de tu boca oída,éxtasis celestial fue para mí.Mi mente aún goza la ilusión queridaque para siempre ¡mísera! perdí...¡Ya todo huyó, desapareció contigo! 210¡Dulces horas de amor, yo las bendigo!
»Yo las bendigo, sí, felices horas,presentes siempre en la memoria mía,imágenes de amor encantadoras,que aún vienen a halagarme en mi agonía. 215Mas ¡ay! volad, huid, engañadorassombras, por siempre; mi postrero díaha llegado: perdón, perdón, ¡Dios mío!,si aún gozo en recordar mi desvarío.
»Y tú, don Félix, si te causa enojos 220que te recuerde yo mi desventura;piensa están hartos de llorar mis ojoslágrimas silenciosas de amargura,y hoy, al tragar la tumba mis despojos,concede este consuelo a mi tristura; 225estos renglones compasivo mira;y olvida luego para siempre a Elvira.»Y jamás turbe mi infeliz memoriacon amargos recuerdos tus placeres;goces te dé el vivir, triunfos la gloria, 230dichas el mundo, amor otras mujeres:Y si tal vez mi lamentable historiaa tu memoria con dolor trajeres,llórame, sí; pero palpite exentotu pecho de roedor remordimiento. 235
»Adiós por siempre, adiós: un breve instantesiento de vida, y en mi pecho el fuegoaún arde de mi amor; mi vista errantevaga desvanecida... ¡calma luego,oh muerte, mi inquietud!... ¡Sola... expirante!... 240Ámame: no, perdona: ¡inútil ruego!¡Adiós! ¡adiós! ¡tu corazón perdí!-¡Todo acabó en el mundo para mí!»
Así escribió su triste despedidamomentos antes de morir, y al pecho 245se estrechó de su madre dolorida,que en tanto inunda en lágrimas su lecho.
Y exhaló luego su postrer aliento,y a su madre sus brazos se apretaroncon nervioso y convulso movimiento, 250y sus labios un nombre murmuraron.
Y huyó su alma a la mansión dichosa,do los ángeles moran... Tristes floresbrota la tierra en torno de su losa,el céfiro lamenta sus amores. 255
Sobre ella un sauce su ramaje inclina,sombra le presta en lánguido desmayo,y allá en la tarde, cuando el sol declina,baña su tumba en paz su último rayo...
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