«Au fait, se
disait-il a lui-même, il parait que
mon destin
est de mourir en rêvant.»
(Stendhal, Le
Rouge et le Noir, LXX, «La tranquillité»)
Morir soñando, sí, mas
si se sueña
morir, la muerte es
sueño; una ventana
hacia el vacío; no
soñar; nirvana;
del tiempo al fin la
eternidad se adueña.
Vivir el día de hoy
bajo la enseña
del ayer deshaciéndose
en mañana;
vivir encadenado a la
desgana
¿es acaso vivir? ¿y
esto qué enseña?
¿Soñar la muerte no es
matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es
matar la vida?
¿A qué poner en ello
tanto empeño?:
¿aprender lo que al
punto al fin se olvida
escudriñando el
implacable ceño
-cielo desierto- del
eterno Dueño?
28 -día de Inocentes- de diciembre, 1936.
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