Nuestro famoso abad Juan Tritemio, en la Crónica del Monasterio Hirsaugiense, cuenta que hubo en el obispado de Hildesheim, en Sajonia, un duende celebérrimo llamado Hudeguín. Era conocido en toda la comarca, porque frecuentemente se aparecía, ya a unos, ya a otros, en traje de paisano, y otras veces hablaba y conversaba sin que le viesen; mas su residencia principal era la cocina del obispo de aquella diócesis, donde hacía con muy buena gracia todos los servicios que le encargaban, y se mostraba siempre muy oficioso con los que le trataban con agrado, pero vengativo, cruel, implacable con los que le ofendían.Sucedió que un día un muchacho de los que servían en la cocina le dijo muchas injurias. Quejose Hudeguín del agravio al jefe de cocina, par que le diese satisfacción; viendo que no se hacía caso de su queja, mató a muchacho que le había injuriado, y, dividiendo su cuerpo en trozos, los asó al fuego y esparció por la cocina. Ni aún así se satisfizo con esta crueldad su saña. Cuando había servido antes a los oficiales de la cocina, tanto los molestaba después; y no solo a estos, pero a otros muchos del palacio episcopal y de la ciudad, de modo, que parecía que aquella ofensa le había mudado enteramente la índole.
Un lugar común de los estudiantes de Literatura española donde publicamos una antología de textos seleccionados por nosotros mismos con el fin de aprender a conocernos mejor a través de las ideas y sentimientos de los más variados personajes que pueblan nuestro universo literario.
miércoles, 25 de marzo de 2015
Benito Jerónimo Feijoo y Montenegro, fray (Casdemiro, Orense, 1676-Oviedo, 1764)[esp], El duende Hudeguín
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