lunes, 2 de marzo de 2015

Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)[esp], _Soneto_, «A una nariz» [Dos versiones]

   
 
 Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
 
     era un reloj de sol mal encarado.
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
 
     Érase el espolón de una galera,
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era;
 
     érase un naricísimo infinito,
frisón archinariz, caratulera,
sabañón garrafal, morado y frito.


De este soneto, dicen que dedicado a su amigo Góngora, hay una segunda versión, probable deformación popular de la primera, que es la siguiente:

     Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa;
érase una nariz sayón y escriba;
érase un pez espada muy barbado;
 
     Era un reloj de sol mal encarado.
érase una alquitara pensativa;
érase un elefante boca arriba;
era Ovidio Nasón más narigado.
 
     Érase el espolón de una galera;
érase una pirámide de Egito,
los doce tribus de narices era;
 
     érase un naricísimo infinito,
muchísima nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.


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