Entre los sueltos caballosde los vencidos Cenetes,que por el campo buscabanentre la sangre lo verde,aquel español de Oránun suelto caballo prende,por sus relinchos lozano,y por sus cernejas fuerte,para que le lleve a él,y a un moro cautivo lleve,un moro que ha cautivado,capitán de cien jinetes.En el ligero caballosuben ambos, y él parece,de cuatro espuelas herido,que cuatro alas le mueven.Triste camina el alarbe,y lo más bajo que puedeardientes suspiros lanzay amargas lágrimas vierte.Admirado el españolde ver cada vez que vuelveque tan tiernamente llorequien tan duramente hiere,con razones le pregunta,comedidas y corteses,de sus suspiros la causa,si la causa lo consiente.El cautivo, como tal,sin excusas le obedece,y a su piadosa demandasatisface deste suerte:«Valiente eres, capitán,y cortés como valiente:por tu espada y por tu tratome has cautivado dos veces.Preguntado me has la causade mis suspiros ardientes,y débote la respuestapor quien soy y por quien eres.En los Gelves nací, el añoque os persistes en los Gelves,de una berberisco nobley de un turco matasiete.En Tremecén me criécon mi madre y mis parientesdespués que perdí a mi padre,corsario de tres bajeles.Junto a mi casa vivía,porque más cerca muriese,una dama del linajede los nobles Melioneses,extremo de las hermosas,cuando no de las crueles,hija al fin de estas arenas,engendradoras de sierpes.Cada vez que la mirabasalía un sol por su frente,de tantos rayos ceñidocuantos cabellos contiene.Juntos así nos criamos,y Amor en nuestras niñeceshirió nuestros corazonescon arpones diferentes.Labró el oro en mis entrañasdulces lazos, tiernas redes,mientras el plomo en las suyaslibertades y desdenes.Apenas vide trocadala dureza de esta sierpe,cuando tú me cautivaste:¡mira si es bien que lamente!»«Esta es la causa, español,que a llanto pudo moverme;mira si es razón que lloretantos males juntamente.»Conmovido el capitánde las lágrimas que vierte,parando el veloz caballo,pare sus males promete.«Gallardo moro, le dice,si adoras como refieres,y si como dices amas,dichosamente padeces.¿Quién pudiera imaginar,viendo tus golpes crueles,cupiera un alma tan tiernaen pecho tan duro y fuerte?Si eres del Amor cautivo,desde aquí puedes volverte,que me pedirán por votolo que entendí que era suerte.Y no quiero por rescateque tu dama me presenteni las alfombras más finasni las granas más alegres.Anda con Dios, sufre y ama,y vivirás, si lo hicieres,con tal que cuando la veashayas de volver a verme.»Apeose del caballo,y el moro tras él desciende,y por el suelo postradola boca a sus pies ofrece.«Vivas mil años, le dice,noble capitán valiente,pues ganas más con librarmeque ganaste con prenderme.Alah se quede contigo,y te dé victoria siemprepara que extiendas tu famacon hechos tan excelentes.»
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