Era del año la estación floridaEn que el mentido robador de Europa—Media luna las armas de su frente,Y el Sol todo los rayos de su pelo—,Luciente honor del cielo,En campos de zafiro pace estrellas,Cuando el que ministrar podía la copaA Júpiter mejor que el garzón de Ida,—Náufrago y desdeñado, sobre ausente—,Lagrimosas de amor dulces querellasDa al mar; que condolido,Fue a las ondas, fue al vientoEl mísero gemido,Segundo de Arïón dulce instrumento.Del siempre en la montaña opuesto pinoAl enemigo NotoPiadoso miembro roto—Breve tabla— delfín no fue pequeñoAl inconsiderado peregrinoQue a una Libia de ondas su caminoFió, y su vida a un leño.Del Océano, pues, antes sorbido,Y luego vomitadoNo lejos de un escollo coronadoDe secos juncos, de calientes plumas—Alga todo y espumas—Halló hospitalidad donde halló nidoDe Júplter el ave.Besa la arena, y de la rota naveAquella parte pocaQue le expuso en la playa dio a la roca;Que aun se dejan las peñasLisonjear de agradecidas señas.Desnudo el joven, cuanto ya el vestidoOcéano ha bebidoRestituir le hace a las arenas;Y al Sol le extiende luego,Que, lamiéndole apenasSu dulce lengua de templado fuego,Lento lo embiste, y con suave estiloLa menor onda chupa al menor hilo.
Un lugar común de los estudiantes de Literatura española donde publicamos una antología de textos seleccionados por nosotros mismos con el fin de aprender a conocernos mejor a través de las ideas y sentimientos de los más variados personajes que pueblan nuestro universo literario.
lunes, 2 de marzo de 2015
Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561-Córdoba, 1627)[esp], _Soledades_, (frag.) «Versos 1-41»-«Era del año la estación […] chupa al menor hilo.»
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