Ciego que apuntas, y atinas,caduco dios, y rapaz,vendado que me has vendido,y niño mayor de edad,por el alma de tu madre-que murió, siendo inmortal,de envidia de mi señora-que no me persigas más.Déjame en paz, Amor tirano,déjame en paz.Baste el tiempo mal gastadoque he seguido a mi pesartus inquietas banderas,foragido capitán.Perdóname, Amor, aquí,pues yo te perdono allácuatro escudos de paciencia,diez de ventaja en amar.Déjame en paz, Amor tirano,déjame en paz.Amadores desdichados,que seguís milicia tal,decidme, ¿qué buena guíapodéis de un ciego sacar?De un pájaro ¿qué firmeza?¿Qué esperanza de un rapaz?¿Qué galardón de un desnudo?De un tirano, ¿qué piedad?Déjame en paz, Amor tirano,déjame en paz.Diez años desperdicié,los mejores de mi edad,en ser labrador de Amora costa de mi caudal.Como aré y sembré, cogí;aré un alterado mar,sembré en estéril arena,cogí vergüenza y afán.Déjame en paz, Amor tirano,déjame en paz.Una torre fabriquédel viento en la vanidad,mayor que la de Nembroth,y de confusión igual.Gloria llamaba a la pena,a la cárcel libertad,miel dulce al amargo acíbar,principio al fin, bien al mal.Déjame en paz, Amor tirano,déjame en paz.
Un lugar común de los estudiantes de Literatura española donde publicamos una antología de textos seleccionados por nosotros mismos con el fin de aprender a conocernos mejor a través de las ideas y sentimientos de los más variados personajes que pueblan nuestro universo literario.
lunes, 2 de marzo de 2015
Luis de Góngora y Argote (Córdoba, 1561-Córdoba, 1627)[esp], Letrillas, romances..._, «Ciego que apuntas, y atinas...» (1580)
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