¡Cómo se van las horas
y tras ellas los días
y los floridos años
de nuestras frágil vida!
La vejez luego viene,
del amor enemiga,
y entre fúnebres sombras
la muerte se avecina,
que, escuálida y temblando,
fea, informe, amarilla,
nos aterra y apaga
nuestros fuegos y dichas;
el cuerpo se entorpece,
los ayes nos fatigan,
nos huyen los placeres
y deja la alegría.
Si esto, pues, nos aguarda,
¿para qué, mi Dorila,
son los floridos años
de nuestra frágil vida?
Para juegos y bailes
y cantares y risas
nos los dieron los cielos,
las Gracias los destinan.
Ven,!ay!¿que te detienes?
Ven, ven ,paloma mía,
debajo de estas parras
do lene el viento aspira,
y entre brindis suaves
y mimosas delicias,
de la niñez gocemos,
pues vuela tan aprisa.
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