Era en una tierra un omne
labrador,
que usaba la reja más que otra
labor:
más amava la tierra que no al
Criador,
era de muchas guisas omne
revolvedor.
Fazia una enemiga, faziala por
verdat:
cambiaba los mojones por ganar
heredat:
Fazia a todas guisas tuerto e
falsadat,
avia mal testimonio entre sus
vecindat.
Queria, pero que malo, bien a
Santa Maria,
Oía sus milagros, dabales
acogia:
saludábala siempre, decíala cada
dia:
«ave gracia plena que pariste a
Messias.»
Finó el rastrapaja de tierra
bien cargado,
en soga de diablos fue luego
cautivado,
Rastrabando por tienllas, de
cozes bien sobado,
pechabanle a duplo el pan de que
dio mudado.
Dolieronse los ángeles desta
alma mezquina,
por cuento la llevaban diablos
en rapina;
quisieron acorrerla, ganarla por
vecina,
mas para hacer tal pasta
menguabales harina.
Si les decían los angeles de
bien una razón,
ciento decían los otros, malas
que buenas non:
los malos a los buonos teníanlos
en rincón,
la alma por pecados non salía de
prisión.
Levantóse un ángel, dijo: «Yo
soy testigo,
verdat es, non mentira, esto que
yo vos digo:
el cuerpo, el que trajo esta
alma consigo,
fue de Sancta María vasallo e
amigo.
Siempre la mentaba a yantar e a
cena:
deciale tres palabras: «Ave
gracia plena»;
la boca por que salía tan sancta
cantilena,
non merecía yazer en tal mal
cadena.»
Luego que este nombre de la Santa Reina
oyeron los diablos, cogieronse
ad ahina,
derramaronse todos como una
neblina,
desampararon todos a la alma
mezquina.
Vidieronla los ángeles ser
desamparada,
de piedes e de manos con sogas
bien atada.
sedie como oveja que aze
ensartada:
fueron e adussieronla pora su
majada.
Nombre tan adonado e de vertut
tanta,
que a los enemigos seguda e
espanta,
non nos debe doler nin lengua
nin garganta,
que non digamos todos: «Salve
Regina Sancta».
(Gonzalo de Berceo: Milagros
de nuestra señora, «El labrador avaro»)
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