jueves, 12 de diciembre de 2013

Juan Valera (Cabra, Córdoba, 1824-Madrid, 1905)[esp], _Pepita Jiménez_ (1874), «Carta del 19 de mayo» (frag.) “Me recomienda […] sin decir nada”


Me recomienda V. que piense en la muerte; no en la de esta mujer, sino en la mía. Me recomienda V. que piense en lo inestable, en lo inseguro de nuestra existencia, y en lo que hay más allá. Pero esta consideración y meditación ni me atemorizan ni me arredran. ¿Cómo he de temer a la muerte cuando deseo morir? El amor y la muerte son hermanos. Un sentimiento de abnegación se alza de las profundidades de mi ser, y me llama a sí, y me dice que todo mi ser debe darse y perderse por el objeto amado […].
Lo que es aún eficaz en mí contra el amor, no es el temor, sino el amor mismo. Sobre este amor determinado, que ya veo con evidencia que Pepita me inspira, se levanta en mi espíritu el amor divino en consurrección poderosa […].
Mi alma, abrasada de amor, pugna por criar alas, y tender el vuelo, y subir a esa hoguera, y consumir allí cuanto hay en ella de impuro.
Mi vida, desde hace algunos días, es una lucha constante. No sé cómo el mal que padezco no me sale a la cara. Apenas me alimento, apenas duermo. Si el sueño cierra mis párpados, suelo despertar azorado, como si me hallase peleando en una batalla de ángeles rebeldes y de ángeles buenos. En esta batalla de la luz contra las tinieblas yo combato por la luz; pero tal vez imagino que me paso al enemigo, que soy un desertor infame; y oigo la voz del águila de Patmos que dice: “y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz”, y entonces me lleno de terror y me juzgo perdido.
No me queda más recurso que huir. Si en lo que falta para terminar el mes mi padre no me da su venia y no viene conmigo, me escapo como un ladrón; me fugo sin decir nada.

VALERA, Juan, Pepita Jiménez

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