SEMPRONIO.- ¡Oh vieja avarienta, garganta muerta de sed por dinero! ¿No serás contenta con la tercia parte de lo ganado? [...]ELICIA.- ¡Mete, por Dios, el espada! ¡Tenle, Pármeno, tenle! ¡No la mate ese desvariado!CELESTINA.- ¡Justicia, justicia! ¡Señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!SEMPRONIO.- ¿Rufianes o qué? Espera, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.CELESTINA.- ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión!
(ROJAS, Fernando de: La Celestina, Acto 12 [frag.])
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