Mujer que amor en su ilusión figura,mujer que nada dice a los sentidos,ensueño de suavísima ternura,eco que regaló nuestros oídos,de amor la llama generosa y pura,los goces dulces del placer cumplidos,que engalana la rica fantasía,goces que el avaro el corazón ansía;
¡ay! aquella mujer, tan sólo aquélla,tanto delirio a realizar alcanza,y esa mujer tan cándida y tan bellaes mentida ilusión de la esperanza.Es el alma que vívida destellasu luz al mundo cuando en él se lanza,y el mundo con su magia y galanura,es espejo no más de su hermosura; […]
¡Oh llama santa! ¡Celestial anhelo!¡Sentimiento purísimo! ¡Memoriaacaso triste de un perdido cielo,quizá esperanza de futura gloria!¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo!¡Oh mujer, que en imagen ilusoriatan pura, tan feliz, tan placenterabrindó el amor a mi ilusión primera…! […]
Mas ¡ay! que es la mujer ángel caídoo mujer nada más y lodo inmundo,hermoso ser para llorar nacido,o vivir como autómata en el mundo;sí, que el demonio en el Edén perdidoabrasara con fuego del profundola primera mujer, y ¡ay! aquel fuegola herencia ha sido de sus hijos luego.
Brota en el cielo del amor la fuenteque a fecundar el universo mana,y en la tierra su límpida corrientesus márgenes con flores engalana;mas ¡ay! huid: el corazón ardienteque el agua clara por beber se afana,lágrimas verterá de suelo eterno,que su raudal lo envenenó el infierno.
Huid, si no queréis que llegue un díaen que, enredado en retorcidos lazosel corazón, con bárbara porfíaluchéis por arrancárnoslo a pedazos;en que al cielo en histérica agoníafrenéticos alcéis entrambos brazos,para en vuestra impotencia maldecirle,y escupiros, tal vez, al escupirle.
Los años ¡ay! de la ilusión pasaron;las dulces esperanzas que trajeron,con sus blancos ensueños se llevaron,y el porvenir de oscuridad vistieron;las rosas del amor se marchitaron,las flores en abrojos convirtieron,y de afán tanto y tan soñada gloriasólo quedó una tumba, una memoria.
(ESPRONCEDA, José de: El diablo mundo)
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