Tú eras el huracán, y yo
la alta
torre que desafía su
poder.
¡Tenías que estrellarte
o que abatirme...!
¡No pudo ser!
Tú eras el océano; y yo
la enhiesta
roca que firme aguarda
su vaivén.
¡Tenías que romperte o
que arrancarme...!
¡No pudo ser!
Hermosa tú, yo altivo;
acostumbrados
uno a arrollar, el otro
a no ceder;
la senda estrecha,
inevitable el choque...
¡No pudo ser!
(ADOLFO BÉCQUER, Gustavo:
Rimas, “Rima XLI”)
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