PAULINO. Tú, cómetelo... (CARMELA, tras dudar, muerde del membrillo. Triunfal:) ¿Qué?
CARMELA. ¿Qué, qué?
PAULINO. Eso: ¿qué notas?
CARMELA. Que está soso.
PAULINO. (Sorprendido.) ¿Soso?
CARMELA. Sí: que no me sabe a nada.
PAULINO. ¿A nada? A ver... (Carmela se lo da. PAULINO muerde un bocado.) Está riquísimo... (Sigue comiendo.) ¿Cómo puedes decir que
no sabe a nada? (Idem, con voracidad)
Yo lo encuentro en su punto: ni verde ni maduro. Y sabroso como... (CARMELA se ha puesto a sollozar quedamente. PAULINO
comprende, deja de comer y va a devolverle el membrillo. Muy azorado, no sabe
qué hacer.) Carmela, yo... Perdona… Tenías tú
razón...
CARMELA. (Conteniendo el llanto.) ¡Con
lo que me gustaban los membrillos...!
PAULINO. Carmela, por favor..., perdona... yo no... (Le ofrece.) ¿Quieres?
CARMELA. (Estalla en lágrimas) ¿Para
qué? Si no me sabe a nada..., a nada...
PAULINO. En realidad... sí que está un poco soso...
Yo... (Súbitamnete violento,
arroja el membrillo y la increpa.) ¿Por
qué lo hiciste, Carmela? ¿Por qué tuviste que hacerlo, di? ¿Qué más te daba a
ti la bandera, ni la canción, ni la función entera, ni los unos, ni los otros,
ni esta maldita guerra? ¿No podías haber acabado el número final y santas pascual?
¿Quén te mandaba a ti ponerte brava, ni sacar las agallas, ni plantarles
cara...?
CARMELA. (Furiosa, desde el llanto.) ¡No
me grites!
PAULINO. (Igual.) ¡Tú eres la que no
has de gritar!
CARMELA. ¿Por qué no?
PAULINO. ¡Porque estás muerta, y los muertos no
gritan!
CARMELA. ¡Lo dirás tú, que no gritan! (Grita.)
PAULINO. Lo has conseguido: tú, más muerta que... que
una rata muerta, y yo...
CARMELA. ¡No me insultes!
PAULINO. Yo... ¡peor que muerto! ¿Qué pensabas ganar,
eh? ¿Qué íbamos a ganar nosotros haciéndonos los héroes? ¿No era bastante haber
aguantado casi dos años de guerra con nuestras “varietés”? ¿Te parece poco
heroísmo ese? “Carmela y Paulino, variedades a lo fino”... ¡Menuda finura! Y de
las capitales, a olvidarse, que hay mucha competencia... Y venga pueblo arriba
y pueblo abajo, con los cuatro baúles... y el tonto de Gustavete, que es como
llevar otro baúl, porque ni sirve para representante, ni para regidor, ni para
tramoyista...
CARMELA. ¡No te metas con Gustavete!
(SANCHÍS SINISTERRA,
José: ¡Ay, Carmela!)
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