miércoles, 29 de enero de 2014

Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, Madrid, 1547-Madrid, 1616)[esp], _El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha_ (1605), cap. XXXII (frag.) «Y como el cura dijese […] que quitan el juicio»



Y como el cura dijese que los libros de caballerías que don Quijote había leído le habían vuelto el juicio, dijo el ventero:
—No sé yo cómo puede ser eso; que en verdad que, a lo que yo entiendo, no hay mejor letrado en el mundo, y que tengo ahí dos o tres de ellos, con otros papeles, que verdaderamente me han dado la vida, no sólo a mí, sino a otros. Porque cuando es tiempo de la siega, se recogen aquí, las fiestas, muchos segadores, y siempre ha algunos que saben leer, el cual coge uno destos libros en las manos, y rodeámonos de él más de treinta, y estámosle escuchando con tanto gusto, que nos quita mil canas; a lo menos de mí sé decir que cuando oyo decir aquellos furibundos y terribles golpes que los caballeros pegan, que me toma gana de hacer otro tanto, y que querría estas oyéndolos noches y días.
Después de hablar el ventero con entusiasmo de algunas peripecias de los libros de caballería sigue el siguiente diálogo:
Oyendo esto Dorotea, dijo callando a Cardenio:
—Poco le falta a nuestro huésped para hacer la segunda parte del Quijote.
—Así me parece a mí—respondió Cardenio—, porque, según da inicio, él tiene por cierto que todo lo que estos libros cuentan pasó ni más ni menos que lo escriben, y no le harán creer otra cosa frailes descalzos.
—Mirad, hermano—tornó a decir el cura—, que no hubo en el mundo Felixmarte de Hircania, ni don Cirolingio de Tracia, ni otros caballeros semejantes que los libros de caballerías cuentan, porque todo es compostura y ficción de ingenios ociosos, que los compusieron para el efeto que vos decís de entretener el tiempo, como lo entretienen leyéndolos vuestros segadores. Porque realmente os juro nunca tales caballeros fueron en el mundo, ni tales hazañas ni disparates acontecieron en él.
—¡A otro perro con ese hueso!—respondió el ventero—. ¡Como si yo no supiese cuántas son cinco y adónde me aprieta el zapato! No piense vuestra merced darme papilla, porque por Dios que no soy nada blanco. ¡Bueno es que quisiera darme vuestra merced a entender que todo aquello que estos buenos libros dicen sean disparates y mentiras, estando impreso con licencia de los señores del Consejo Real, como si ellos fueran gente que habían de dejar imprimir tanta mentira junta y tantas batallas y tantos encantamientos que quitan el juicio!
(CERVANTES, Miguel de: Don Quijote de la Mancha)

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