El primero de todos que hirió a don Carnal
fue el puerro cuelliblanco, e hiriólo muy mal;
le hizo escupir flema, lo que es mala señal;
pensó doña Cuaresma que ya era suyo el real.
Vino luego en su ayuda la salada sardina,
e hirió muy gravemente a la gruesa gallina,
se atravesó en su pico y la ahogó muy dañina;
después, a don Carnal partió la capellina.
De parte de Valencia venían las anguilas,
saladas y curadas, en grandes manadillas;
a don Carnal le daban por entre las costillas,
las truchas del Alberche le daban en las
mejillas [...]
El pulpo a los pavones no dejaba parar,
tampoco a los faisanes permitía volar,
a cabritos y gamos los intentaba ahogar;
al tener muchas manos, con muchos puede luchar.
(ARCIPRESTE DE HITA.
Juan Ruiz: Libro de Buen Amor, “La batalla de don Carnal y
doña Cuaresma”)
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