lunes, 13 de enero de 2014

Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927-Madrid, 2019)[esp], _El Jarama_ (1956), frag. «Tito encendió el cigarrillo […] enfrente del puntal»



Tito encendió el cigarrillo de Sebas y después el suyo; miraba a Lucita un momento en la luz de la llama. Sopló la cerilla y volvía a sentarse junto a Luci. Paulina dijo:

-¿Qué te pasa, Luci?

-Nada, ¿por qué?

-No hablas.

-Tengo una pizca de mareo.

-Os ponéis a beber. ¿Por qué no te echas?, échate, anda.

-Deja a la chica -dijo Sebas.
   
Valles abajo del Jarama, se veían las tierras difusas, como nieblas yacentes, a la luz imprecisa de la luna; más lejos, los perfiles de lomas sucesivas, jorobas o espinazos nevados de blanco mortecino, contra el fondo de la noche, como un alejarse de grupas errabundas, gigantescos carneros de un rebaño fabuloso. Tito le puso a Lucita una mano en la nuca.

-¿Vas mejor? -le preguntaba por lo bajo.

Ella sacó una voz cansada:

-Me defiendo.

Cambió de postura. Miraba allá abajo, por entremedias de los troncos, en el agua embalsada de la presa, el reflejo de la luz que venía de las bombillas de los merenderos, la sombra enorme de alguien que se había asomado al malecón. El mismo malecón no se veía, oculto a la derecha tras el morro del ribazo, ni las terrazas cuajadas de gente, ni las bombillas bailando en los cables debajo del gran árbol; sólo las sombras y las luces que proyectaban hacia el agua. Llegaba el alboroto, las voces de juerga, la música incesante de las radios, el fragor de la esclusa, allá abajo, al final de los árboles, enfrente del puntal.

(SÁNCHEZ FERLOSIO, Rafael: El Jarama)

No hay comentarios:

Publicar un comentario